martes, 27 de febrero de 2007

Si las grietas de mi muro hablaran... (II)


Si las grietas de mi muro hablaran
actuarían en consecuencia a su obsesivo deseo
de derrumbarse sobre ti,
para herirte mortalmente y liberarse de un ancestral
secreto:

los hombres que saben escribir no pueden ser buenos.


domingo, 25 de febrero de 2007

Vienes y me reclamas, pero hoy no tengo aliento.



El metal afilado, la palabra congelada.

No sé pedir socorro.

Muerta o algo mejor.

Si no, propónme otra vida.



Ha vuelto la niña de dolor.




PAUL ÉLUARD




Nuch Éluard por Man Ray


NUSCH

Les sentiments apparents

La légèreté d`approche

La chevelure des caresses


Sans soucis sans soupçons

Tes yeux sont livrés à ce qu´ils voient

Vus par ce qu´ils regardent



Confiance de cristal

Entre deux miroirs

La nuit tes yeux se perdent

Pour joindrent l´éveil au désir


(De Une longue réflexion amoureuse, 1945)




NUSCH



Los sentimientos aparentes

La ligereza al acercarse

La cabellera de caricias


Sin preocupaciones sin sospechas

Tus ojos entregados a lo que ven

Vistos por lo que miran



Confianza de cristal

entre dos espejos

De noche tus ojos se pierden

para unir al deseo el despertar.



(De Una larga reflexión amorosa)




domingo, 18 de febrero de 2007

--- Artículo borrado ---


Acordarme de él ya no tiene razón de ser. Pero cada nuevo día
en el que vuelvo a concretar su merecida venganza,
se extiende otra capa de cemento entre mi desdicha
y mi encierro. Vivo emparedada por no lograr olvidar.


Si acuchillara mi córtex borraría toda acción,
¿también todas sus impúdicas acciones?

¿Te irías, al fin, maldición infinita?


Ayúdame al menos, cómplice ingenua y consentida,
a raparme la cabeza.


LIDIA BRAVO


QUEDARSE EN LOS TRECE


A los trece se sospecha que la vida de verdad
ha de estar en otra parte,
lejos de la habitación cubierta de pósters de famosos,
de las revistas donde las modelos lucen sus largas piernas
bajo el hipnótico sol de Arizona,
de la hora de la comida y de la cena,
lejos de las fiestas de cumpleaños.
Las niñas lloran en silencio mientras hacen los deberes
y, desde la pared, un graderío de muñecas
emite su sentencia de culpables.
A los trece se sospecha que es necesario huir
y se somete sin embargo cada nueva mañana
al repulsivo deber de ser cobardes.
En el cuarto de baño cerrado con pestillo
las niñas interpretan con maestría
al hombre que desde el futuro se les acerca
y las besa por primera vez con la lengua.
A los trece se viaja por el túnel del tiempo
con billete de ida y vuelta
sellados en los espejos
por la huella de unos labios pintados de rojo.
No siempre seré así,
es la oración que rezan las niñas
justo antes de dormirse,
cuando a la cama acude un amante incorpóreo
que se adueña de sus dedos.
Con sus caricias,
las torpes niñas que recitan de memoria
como un estúpido mantra todos sus complejos
se saben de repente delicadas como Grace Kelly,
fascinantes como Lauren Bacall,
ninfas como Audrey Hepburn.
Entre las sábanas se elevan, fugitivas del presente,
las niñas de trece años convertidas en diosas.
Su dominio del propio placer
les concede un poder sobrehumano
que les permitiría,
si así lo decidieran,
saltarse cinco años de vida en una sola noche.
Ignorado será por siempre su sacrificio
si no escapan de sus trece.
Y sin embargo se quedan.
Vestidas con ropas cinco tallas por debajo
de la estatura de su deseo,
caminan de puntillas
mientras se dividen en dos como las mujeres.

Soportan, lánguidas estatuas,
todos los desprecios y las burlas,
y, sin confiar a nadie su secreto,
esperan pacientes, silenciosas,
apostadas en las ventanas
de los días eternos donde nada sucede,
vírgenes entregadas al imposible anhelo
de ver acercarse allá a lo lejos el futuro.


( De Perder la muerte)



martes, 13 de febrero de 2007

Agua de febrero



 



Y al fin, ya de noche, los dos amantes disfrutan en su hogar de una reconfortante ducha (de agua caliente, eso sí) después de una dura e intensa jornada de trabajo.
Cuando ya no son vistos, entrelazan sus varillas con pasión para secarse uno al otro, cuerpo a cuerpo, tela a tela y adormecerse replegados en su sueño de humedades oscuras
hasta que los despertemos para trabajar, el próximo día de lluvia.



lunes, 12 de febrero de 2007

Si las grietas de mi muro hablaran...


Qué guapo estabas en esa foto, Moro. Creo que es de la época en la que empezamos a saber que yo ya tampoco te quería.

La calma era aparente y tu rostro ahí parece tranquilo, no quedan restos de mi impronta. Quizá el alivio de saber que ya tampoco te quería ni te requería ni te perseguiría con un puñal bajo mi lengua.

Aunque ahora, al mirarte de improviso -sí, Moro,entonces eras guapo y eras tanto- siento que sigo sin poder perdonarte que atravesaras la frontera y que no fuese yo a quien llevabas de la mano.

Confieso que volvería a perseguiros, a los dos ("à vous deux qui devait rire de moi"), con un puñal escondido. Pero se te ve tan guapo...


domingo, 11 de febrero de 2007

ANNA AJMÁTOVA


EL SÓTANO DE LA MEMORIA


Es absurdo que viva angustiada
y que los recuerdos me acosen.
No visito a menudo a la memoria,
pero ella siempre viene a asombrarme.
Si con una linterna bajo al sótano
me parece oír cómo retumba
un terremoto en la estrecha escalera.
La linterna se apaga, no puedo volver,
y sé que voy directa al enemigo.
Pido clemencia... pero allí
es todo oscuro y quieto. Ya se acabó mi fiesta.
Hace treinta años que las damas despidieron
a aquel pillo que se murió de viejo...
Lástima, he llegado tarde.
Se me ha prohibido aparecer en parte alguna.
Pero toco las capas de pintura en la pared
y junto a la chimenea me caliento. Qué maravilla.
A través del moho, el aire enrarecido y el hedor
brillan dos verdes esmeraldas.
Maúlla el gato. Vamos a casa.

Pero dónde están mi casa y mi razón.


18 de enero de 1940

jueves, 8 de febrero de 2007

Sed de entierro


Hasta dónde. Dónde estarán los límites de mi impaciencia.

Cómo de honda es mi insatisfacción, si arrojo mi cuerpo a su vacío
y nunca llego a tocar fondo.

Examino mis poros uno a uno y no encuentro un solo indicio de raíces. No puedo quedarme aquí, ni allí ni en ningún sitio. Más de tres meses rozando el mismo suelo, mi trasero errante se desespera. Y camino y camino y sigo caminando,
jamás abandono la esperanza de que una coordenada se convierta en mi reposo,
pero es inútil, todas estas ciudades están construidas sobre arenas movedizas.

Y sin embargo nunca llego a tocar fondo.




viernes, 2 de febrero de 2007

Puntas abiertas



He amanecido con un ciempiés agarrado furioso a mis pulmones. ¿Qué le hice para que no me deje respirar? Yo ya no araño a nadie, he dejado a todos tranquilos, a la tristeza, al rencor, a la muerte... Eso me creía, hasta que me he mirado el pelo enfermo, las puntas abiertas, su rara belleza de rama de ébano descuidada.

He dejado de fumar, ya no leo sus viejas cartas de amor, ni sus anuncios de dicha en cama ajena. Tomo mi medicación diaria, evito así suicidarme por inanición de química contra el desamparo del alma. Trabajo seis horas diarias y viajo otras dos en tren intentando conciliarme con el ser humano, respetar sus ruidos, sus groserías, sus malos olores. Desterré a Alejandra de mi mesilla y cerqué el camino hacia el lago en el que me llamaban Ofelia. Y todo lo hice por amor, por sus manos de hombre honesto que no sabe de poesía más que sus rimas y sus bellas palabras cantando a la felicidad. Por vivir depuré mi vientre, me recogí el pelo, subí las persianas. Sin embargo el ciempiés vuelve a rasgarme y a recordarme en qué cajón guardo las tijeras.

Puntas abiertas, angustia reabierta.