sábado, 31 de marzo de 2007

31/1/07


Hace tiempo escribí un libro,
pero no quisieron editármelo,
debieron gastar demasiados folios
en limpiar mosquitos estampados.

Una vez tuve un hijo
(lo sentí durante tres meses
en mi temor sin sangre),
pero el predictor se negó
a reconocerlo.

En cierta ocasión intenté plantar un árbol,
pero no encontré un centímetro cuadrado
de tierra fértil que no fuera a ser recalificado
en toda esta enfermiza y abarrotada ciudad.


En definitiva, poco importa la vida
y sus bellas acciones. Bien podría estar muerta
porque todo cuanto esperaron de mí
lo expuse sobre un velo de sedosísima torpeza
que después de tantos diluvios calándome
hasta los huesos, ha terminado embebiéndonos a todos:
a mi libro, a mi semilla abortada y a este pequeñito
que heredó la sutil malicia de unos ojos avellana.



miércoles, 28 de marzo de 2007

Neurosis indecible

[ blanco---- deshacer los trazos ---------- blanco

---------- un mañana sin respuestas ---------------- blanco --------
blanco --------- blanco -------- blanco -----------

no despertar mañana ---------- blanco --------
o ahogarme en el fatalismo de lo imprevisible
------------- blanco -------------------- ]

atorada

miércoles, 21 de marzo de 2007

Les petits matins


Alguien me trae un regalo de mañana para despertarme, hay vida más allá de mi muerte anímica, me digo.

Vuelven los cielos de París. Quién quiere una bandeja con alimentos mantequillados y vitamina cítrica evaporada cuando entre las sábanas te meten una melodía como ésta :



The divine comedy, A lady of a certain age.





p.d. Thanks, my darling, it´s true, how beautiful, but no answer for you.



viernes, 16 de marzo de 2007

Si pudiera escalar hasta una de esas dos gigantescas torres


A., vida mía, más lejos ahora que nunca, si me dejaran escalar hasta el último piso de tu Torre y quedarme dormida contigo en la azotea (Madrid desde el cielo, dejaría así de darme tanto miedo como me da su suelo con sus calles), porque hoy el insomnio es violento, vida mía, por dos veces me han incendiado el recuerdo y no tengo más sitio que éste para acurrucarme a llorar el dolor que me queda, porque me han herido, vida mía, me han herido. Corre, ve a buscarlos y rómpeles en mil pedazos la boca, la cabeza, las sucias manos con las que osan tocarme (¿por qué ahora si antes fue abandono?), tú les ganarías, con todo el amor que sigue creciendo cuando me doy cuenta que sólo tú, que nadie más hermosamente verdadero, que no tengo más cuna que tus brazos, que mis últimos días de vida contigo.


pd. y porque nadie más verdadero que tú, ninguna sombra metafórica que oculte tu nombre, te quiero descubierto, te quiero.

JENARO TALENS

ADA


No es el cuerpo tendido bajo el sol
ni el agua quieta que ahora miro
quienes me dicen lo que busco en ti.
En el fragor de las conversaciones
descubro las huellas de una impensada madurez. Escucho
cómo la noche que eras tú te empuja
a renacer de nuevo en las cenizas
de un dolor compartido
donde aprendiste a no ser yo. Las alas
arrancan la corona que tu deseo quiso para mí.
Ya no hay dueños ni reyes en tu territorio.
Pienso en tu cuerpo sin limitaciones,
libre al fin de mi sueño, tendido bajo el sol,
y observo el mar como quien bebe el día
desde este techo tranquilo entre palmeras
son bañistas lejanos en la playa del sur.


(De Orfeo filmado en el campo de batalla)


miércoles, 14 de marzo de 2007

Te recuerdo Amanda

Aquellas nanas que me mecían en tu vientre, que a ambas nos traspasaban la piel en el mismo segundo, hoy todavía me conmueven. Cuánto daría por escucharlas de tus labios, aunque te siguiera faltando entonación y tarareases canciones de tragedias con una peculiar sonrisa. Nadie como tú, mamá. Ningún tiempo como aquél en que fui más que nunca tu pequeña llorica.





Victor Jara, Te recuerdo Amanda


lunes, 12 de marzo de 2007

Azarosas concatenaciones


Hace algunos años, tantos que no recuerdo el número exacto, conocí en la barra de un pub al primer tipo inquietante de mi vida. Por aquel entonces era una niña en proceso de combustión, de maduración, a las puertas de una eclosión que se hacía esperar. Tímida, enfermizamente tímida, reservada, lacónica, suicida entre palabras e imágenes tenebrosas, encarcelada en un pesimismo vital inconcebible e inaudito a edad tan temprana. Era la fille maudite, lectora empedernida de Baudelaire y Ciorán, gótica con estética clasicona y plusmarquista (Burberrys, Lacoste, Armani...), portadora de todos los complejos más autodestructivos y de los desasosiegos inmaduros sólo en su forma escrita. Por eso, creo, a diferencia de mis amigas, pasé inadvertida como juego carnal y compañera de desfases nocturnos.
Acostumbradas a tratar con diversos alcoholizados juglares de delirios, el primer tipo inquietante fue la excepción al trato con los desconocidos, durante varias tardes le cedimos el taburete de al lado y escuchamos sus historias de músico trotaciudades, con desconfianza y fascinación, seducidas por el embrujo de una sonrisa irónica y su filosa y penetrante mirada. Recuerdo sus iniciales, atestiguar la verdad de su fascinante (todo era fascinación encubierta) y poético nombre en su carnet de identidad : D. C. A., la antigua fotografía de unos bucles que pasaron a ser inexistentes bajo la cuchilla a nivel 1, la ciudad de origen, Barcelona, que sería también la cuna, un tiempo más tarde, del dolor más bello de mi historia . ¿Quién eres en verdad? ¿Qué haces pasando el rato con unas chiquillas como nosotras? Todo era fascinación y temor porque la inquietud que me estaba removiendo no se trasluciera de ninguna manera. Un día, recuerdo, me trajo una enseñanza en forma de poesía y así fue cómo me abrió las puertas a otra voz poética, lejos del fatalismo, la marginación y la oscuridad, cómo determinó la dirección que habría de seguir en mi pasión literaria. Me habló de Pedro Salinas y de Cernuda y de cómo el amor no es un sueño de ultratumba que devoran los gusanos, sino la voz a alguien debida y el ardor de los deseos no colmados. Recuerdo un cuaderno juvenil y unos versos copiados desde el buzón de entrada de aquellos primerizos mensajes de móvil: Si no te conozco no he vivido, si muero sin conocerte no muero, porque no he vivido.

Allí parecía que acabó todo. Salvo por las coincidencias que nos traen siempre noticias del más allá, ya que volví a saber de él a través del violín de mi hermana, y cuando el violín de mi hermana también dejó de tener noticias suyas, llegaron por vía lusitana desde la viola de mi primo leonés. Años después, de vuelta en Cáceres y con la poética herida de Barcelona ya consumada y aún abierta, nos encontramos con aquel primer tipo inquietante en un after de domingo. "¿Te acuerdas de Ceci?" Sólo esbozó una sonrisa, y lo entiendo, cómo reconocerme si la vida me había transformado la apariencia, forjado otro carácter y otra figura. Pero aún la misma actitud hacia él, escudándome en una falsa indiferencia, aunque su mirada ya no me resultara igual de turbadora que años atrás.

Volvió a desaparecer y los instrumentos de mis familiares dejaron de tener constancia de su rastro.

El hambre que me hacía devorar variadas lecturas poéticas me llevó, otro tiempo después, hasta la edición de un reccueil (joder, no encuentro ahora su valor castellano) de jóvenes poetas reunidos en torno a los últimos días de Gloria Fuertes. Entre tantos desconocidos un nombre, un poético nombre, desató la chispa de la memoria ... tuve en mis manos su carnet de identidad, no puede haber dos nombres iguales... qué maravilla, allí, sujeto con pinzas, se encontraba su poema.


A estas horas debería estar acostada, pero el rugido de mis tripas y una inquietud de la que no voy a hacer mención, por reiterativa que sea, me ha hecho levantarme de nuevo. Ya no sabía a qué página acceder, así que continué con mi trabajo sobre Nadja, icono del surrealismo literario a la par que me introducía en páginas de viejos conocidos. Una vez narré la historia de un azar materializado a través de las ondas ciber-espaciales: una película envolvente, un nombre análogo al de la Hierba que crecía en mi desasosiego, un mago escapista, tan repelente e ingenioso como rechoncho e hiriente, (disculpa si es que continúo en tus lecturas, pero hay un recuerdo amargo del que no me libras). Escribí bellas páginas tras su huida, por eso y por más justifico su existencia en mi memorándum y en mi curiosidad transitoria por saber qué suerte está rodando por su vida. Nada, ya había leído eso hace tiempo y al no saciarse mi curiosidad y templar el tiempo que dispongo para conciliar el sueño, he indagado en sus extensiones y el primer enlace sobre el que me he posado me ha llevado en un salto hacia atrás, muy atrás, hacia un poético nombre que leí hace años en la barra de un pub.


Taxidermia anímica


Mi paz está bien sin ti.
Al fin aprehendí el equilibrio,
al fin aprendí a desplegarlo sobre este vacío
que se me muestra ante cada nueva mirada.

Creo en los fantasmas.
Amo a los fantasmas
y sus ruinosas vidas.


Mi cuerpo se inquieta con sólo oír tu nombre
y rememorar el hormigueo que le produce lo inalcanzable
(tus manos sobre mí, tus ansias sobre mí.
Mi lengua sobre ti, mi llanto púbico sobre ti)
y deformo tu concepción en aras de una necesidad innecesaria.

Mi paz sin ti, pero el deseo contigo.

Cómo regresar del más allá y desprenderme
de esos alfileres con los que me acribilla la memoria,
para no verme escribiendo a altas horas del insomnio
con el último aliento de una mariposa enajenada,
expuesta, disecada y humillada, en un diario perdido.




Pasajes desnianos (distinta suerte de escritura automática)


Cuando se adormece y comienza su andadura de puntillas sobre los andenes del sueño desenvuelve un paquete con toda clase de utensilios destinados a la creación

desenrolla su estómago y lo extiende a lo largo del espacio perpendicular que forma un tobogán en la cápsula del tiempo

sueña y murmura
sueña y escribe
sueña y dibuja
sueña en busca y captura de una lejanía

y logra trazos caleidoscópicos de una dudosa nitidez
se le escapan y va tras ellos
rememora trazos que en cada secuencia conforman un ser distinto y tan parecido fabricado con el recuerdo y sus malogrados deseos volcados sobre la ansiedad de ojos abiertos
deseos tantas veces invocados y nunca desatados

despierta
poco bastante suficiente o mucho no hay mesura determinante
que haya rescatado de su insólito viaje

viernes, 9 de marzo de 2007

El otro hilo de Ariadna


Esta noche estaré alcoholizándome (con el permiso de mi medicación) entre Tribunal y Gran Vía. Sígueme el rastro si quieres encontrarte con el bello monstruo del pasado.


jueves, 8 de marzo de 2007

Umbilical




Tu vientre era suficiente.


Ahora sé que no buscaba
otro lugar en el mundo.
Flotar, beber y alimentarme
de tu amor amniótico.
No ser más que un inquieto buzo
en las aguas de tu expectación.

(Hermosamente deforme, sin nombre
ni delito, más inocente que nunca,
ajena a todo lo que hace daño)

Allí, a solas tú y yo, arrullada para siempre
por tus olas de vida.




Demasiado lejos de tu regazo



Aquí te mando, mamá, todos los besos que ahora mismo quisiera darte
(uno por cada minuto que he estado lejos de casa), si pudiera...


Y con el mensaje, una lágrima cae sobre la pantalla.
Que mi acuosa felicitación no la despierte de madrugada.