En lo que dure mi enclaustramiento, ninguna manifestación de deseo, de intenciones o alegatos. Un monólogo interior sin canal de salida. Aunque huraña y andrajosa, con el mandil en sangre del labio inferior constantemente mordido, atareada por mil labores estériles, a veces miro a través de la mirilla. No rompo las cartas que se cuelan en mi buzón y es mentira que sólo exclame que rayos y centellas, pero la vieja que vive en mí me exige trabajo, austeridad y limpieza y riñe duramente a la otra niña que soy cuando se escapa a contemplar a los muchachos que quisiera meter en el círculo de su desastroso desorden (nada de piropear con versos fúnebre, ¡espantas hasta a los mosquitos!). Entre deber y querer, entre poder y abandonar transcurre mi forzado encierro.
2 comentarios:
Forzada...no hay jaula que te mantenga enclaustrada más allá de unas horas...
la libertad es una cuestion mental, deja que tu cabeza vuele mas alla de los limites fisicos y terrenos..
Un saludo.
Publicar un comentario