sábado, 8 de agosto de 2009

Descanso


Se dejó la puerta abierta. Salió sin decirle nada a nadie. Ninguna nota. Es como si de repente hubiera necesitado correr y correr hasta el final de todos los caminos, como si le hubiera quemado el sentido tanta luz reveladora y fuera en busca del agua que aquí no encontrará. Pero tranquila, volverá. No se llevó consigo el lapicero.

1 comentario:

Carz dijo...

La mina del lápiz como sucedáneo de la memoria....
Ya sé que sabes que no es eso, es la jodida vanidad que quiere que el pensamiento propio (por insignificante que sea) perdure. Por eso algunos tienen hijos, la gilipollez de la pulsión biológica en conjunción con la miopía histórica.

Y entre todo ello, una luz que prometió ser invierno.