Tengo los pies helados, necesito decir.
Escribir, el sólo acto de escribir esto que escribo y que qué importa
si no es a mí - o a ti, amado temeroso de mis impulsos-
algo que resulta obsceno y ridículo, nunca mediocre, eso no, porque no aspiro
porque solamente digo la verdad
encarnada, desnuda en el fuego y en el hielo.
Tengo frío y ardo. Me digo.
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