Papá está cansado, lo noto en su voz, en su aislamiento, en su distanciamiento de todo lo material y terrenal (salvo sus árboles, sus libros y su gato), en su desidia de mí.
Papá se aleja, papá me prepara. Papá se irá. Lo sé. Pronto.
Y al soltarme completamente la mano, ya sin ataduras, ya sin peso, sin el lastre del amor, el aire me arrastrará como un globo violeta con ansias de cielo.
También eso lo sé.