miércoles, 26 de octubre de 2016

A las 4 de la mañana...


A las 4 de la mañana empiezan a cantar los pájaros. Mi hermana murmulla cantarina y se ríe en sueños. Yo me quedo enajenada esperando el milagro frente a la pantalla mirando a un vacío. Sin esperanza. Sin sueño.
No quiero ir a dormir. Temo tanto las pesadillas, prolongaciones imparables de mis días de los que sólo despierto en un sobresalto, llorando.
Envidio la nocturnidad de los otros. La somnolencia tranquila. El despertar armonioso en la inercia animal.
Las ganas de vivir. A pesar de, a pesar.

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