domingo, 25 de octubre de 2009

En el espanto


¿Qué puede hacer una lechuza

cuando ha empezado a temer

la noche?





lunes, 19 de octubre de 2009

La historia de desamor de la niña lechuza (VI)


Es importante que la lechucita entienda
que no todos los paladares
están preparados para los manjares exquisitos,
que no todas las manos saben administrar las riquezas,
que no todos los ojos son capaces de vislumbrar bellezas extrañas
y que son muy pocos los muchachos que se enamoran
de las muchachas sensibles e inteligentes.

(No, tampoco él fue uno de ellos)



La historia de desamor de la niña lechuza (V)



Cada amanecer regresa a su árbol sola.
Quizá sea así como tiene que preparar
la nueva llegada.





La historia de desamor de la niña lechuza (IV)


(12/10/09)

He soñado que un muchacho búho
venía a posarse en mi árbol
(y que Serge Gainsbourg
me agarraba de mi cintura desnuda
mientras los puntos del corazón
me estallaban en el sexo).
No sé quién era, alguien
que me envolvía en un vuelo de paz.

Pero también he soñado
con la pareja de lagartos
y cómo ella embellecía por segundos
-como la malvada reina de aquel cuento-
absorbiendo todo lo hermoso
que pudiera quedar en mí.






domingo, 11 de octubre de 2009

La historia de desamor de la niña lechuza (III)



Hoy he visto a la lagarta.

Hoy he visto al lagarto acariciándole
la espalda.
Hoy he sentido de nuevo
cómo mi corazón se hacía añicos
y a un coraje diminuto gritarme
no llores, Cecilia, hay que seguir,
seguir, seguir.



viernes, 9 de octubre de 2009

Los días de lluvia


Los días de lluvia me dedico a apartar caracoles de las aceras. Los recojo con sumo cuidado. En un primer instante, ellos esconden la cabeza, pero perciben en mi energía que no tienen nada que temer conmigo, que sólo les desvío de su ruta para salvaguardarlos. Entonces, en el breve trayecto aéreo en el que vuelan sujetos a mi mano, extienden sus antenas hacia el cielo, siento levemente cómo vibran de emoción. Cuando ya reposan en tierra más segura, continúo satisfecha mi camino. Mis caracoles morirán mañana, así lo exige su ciclo natural, sin embargo no será bajo la suela de un zapato descuidado o de una patada insensible.

Los días de lluvia protejo a los caracoles que salen a mi paso. Y lo hago porque yo también espero otra suerte, una mano que me aparte del peligro que me orienta, una simbólica salvación en este otoño de humedades tan profundas.




miércoles, 7 de octubre de 2009

La historia de desamor de la niña lechuza y el muchacho lagarto (II)



La naturaleza es sabia.
Por eso, finalmente, unió
en la tierra
al lagarto con su lagarta
y a la lechucita la dejó
custodiando las noches
y sus silencios
en la soledad de las alturas.