martes, 27 de enero de 2009

A quién ofrecer las flores...


Cogeré flores. Formaré con ellas un ramo, lo tomaré en la mano y lo ofreceré...¡Oh! ¿A quién? Hay un obstáculo en el fluir de mi vida. Una profunda corriente tropieza con algo. Y este algo se estremece. Tira. Un nudo en el centro opone resistencia. Es dolor, es angustia. Me debilito, cedo. Mi cuerpo se reblandece. Quedo abierta, quedo incandescente. Ahora la corriente se desborda con una profunda marea fertilizante que abre lo antes cerrado, forzando lo antes prietamente plegado, y fluye sin limitación. ¿A quién daré cuanto ahora me recorre, cuanto nace y fluye de mi cuerpo cálido y poroso? Recogeré las flores y las ofreceré...¡Oh!¿A quién?

(Virginia Woolf, Las olas)




martes, 20 de enero de 2009

Capítulo XXV


Andanzas y desventuras de una pequeña ingenua que al tropezarse de nuevo
se partió el corazón.


lunes, 19 de enero de 2009

A años luz...



al norte del norte de tu norte
un camino
(y una rampa en mi descenso)
a lo intocable.




Les mots d´adieu


Ya no sabrás nunca que en mi sola palabra
latieron y ardieron los cuerpos desnudos
de todas aquellas que quise haber sido.

(porque no he sabido componer el gesto
de los que confiesan amor)




viernes, 16 de enero de 2009

En delirante himeneo



quieres abandonar tu tierra, deshacerte de todas tus posesiones, desvestirte completamente, venir corriendo hasta mi pecho, quedarte allí dormido para siempre. "Para siempre, Cecilia, sólo tenemos una vida, pero la necesito contigo". (Es curioso que llueva cada vez que me piden la vida). Lejos, a lo lejos me veo pisoteando las flores, quemando nuestros libros, rompiendo las cuerdas de mi piano, deshilachando vestidos, acabando con todo lo que es hermoso.

Y sin embargo negarme para seguir expuesta a la corriente, qué gran sacrificio sólo por comprobar qué aún padezco y respiro.




sábado, 10 de enero de 2009

La muñeca de Kokoschka




El deseo justifica mi locura.
Deformo irrealidades
para saciar tanta hambre de ti,
cuando sé que mi fin llegó
sobre el cuerpo de otro.

No puedo dejar de ensayar
nuevas humillaciones,
subyugado y engañado
por la insipidez de una boca
de tela y algodón, muñeca cruel,
mi amada silenciosa,
si esta burda metonimia
fueras tú.

Alma, sólo una vez más tu pecho,
me mata esta obsesión
por lo que no retorna.
Yo no puedo abrazarme al viento,
ni acuchillar la violencia de sus ráfagas.
Una vez más, alma mía,
sólo una vez tu pecho
y al menos mi fin sobre tu cuerpo,
la realidad de tu sangre.


jueves, 8 de enero de 2009

La novia del viento



Kokoschka, La novia del viento, 1913





y por más que lo intentabas, no eras capaz de abrazarte al viento...



Morir o matar


Habría preferido lo contrario, siempre preparada para la herida, ojalá fuera yo la que en esta ocasión hubiera muerto, nunca tú.




Nacho Vegas, El manifiesto desastre (2008)




lunes, 5 de enero de 2009

A la mañana siguiente



y después de la agitación el poso turbio, granulado, nauseabundo. El cuerpo se cansa de simular el amor y mis palabras ya no saben cómo seguir engañando. Tan encantadora, qué risueña eres... , pero si me abres en canal manarán residuos a borbotones, descenderán por el vientre, salpicará desde los pechos, recalaran en el ombligo,se verterá hasta los hombros que con tanta devoción besas, en el rostro ladeado, en los ojos entornados, en el silencio insoportable.

Hay algo que se me escapa, un sabor no conocido que me arde en el estómago y a pesar de todos los propósitos que me haga, no puedo mencionarlo.


Todavía jadeo



dijo Susan, como un pájaro joven, insatisfecha por algo que se me ha escapado.


(Virginia Woolf, Las olas)


viernes, 2 de enero de 2009

Propósitos de año nuevo...

...
Escalar hasta la cumbre, aunque me sangren las manos
y tomar allí el paracaídas.
Saltar desde el pensamiento hasta la enunciación,
no temer el vacío.
Decir, simplemente, decir
te deseo.


ANNA AJMÁTOVA (II)




(1917)




Veintiuno. Noche. Lunes.
El contorno de la capital es brumoso.
Un ocioso ha inventado
que existe el amor sobre la tierra.

Por desidia o por cansancio
todos le han creído y así viven:
aguardan los encuentros, temen las despedidas
y entonan canciones de amor.

Mas, para otros se revela un misterio
y los invade el silencio...
Yo di con esto por casualidad
y desde entonces ando como enferma.



(De Rebaño blanco. Traducción de Belén Ojeda)