sábado, 28 de junio de 2008
ROBERTO JUARROZ (III)
I-21
Hay flores que nacen enterradas.
Su perfume asoma entre los pasos
de los hombres más desguarnecidos
y sus colores enriquecen el color de la tierra
en algunos parajes
olvidados por las lentejuelas del mundo
y por el humo frío de los dioses.
Sin embargo, todavía es posible
armar un ramo con esas flores
y depositarlo en algunos altares escondidos
o en esas tumbas sin nombre,
que duran más que las otras.
También los ojos se entierran a veces
para salvar una mirada
o para inventar otra.
Y hasta la música se entierra en ocasiones
para que un pájaro caído
pueda recuperar sin obstáculo su vuelo.
O por lo menos lo imagine un instante.
De Undécima poesía vertical
categoría
A la sombra de otra voz
1 comentario:
Qué bello texto... Me encantó tu página, che.
Saludos
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