domingo, 27 de diciembre de 2009

Nochebuena



La niña lázaro se despierta y se levanta. No hay dioses alrededor que acometan el milagro.
Son unos padres envejecidos por otra noche en vela de llantos silenciosos. Padres envejecidos por una noche de vórtices en las entrañas, de terror coagulado del que se van liberando con las caricias sanadoras que preguntan y responden a ese pulso moribundo, que van arrancándole las ortigas al cuerpo indeciso de su pequeña inconsciente suicida, dejándola desnuda, limpia, de vuelta a la vida, como aquella primera vez.



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