Costa de la Luz, 30/05/10
Mamá detenida, mamá al otro lado
de la orilla, mamá sorteando las olas
rompientes que nos alejan más todavía,
mamá sonriéndome, yo disimulando
mi acritud bajo un sol quemándome
la mirada.
La observo, observo su cuerpo menudo
de grandes pechos y cintura finísima,
de muslos agrietados por el paso de las décadas.
¿Ésa seré yo cuando llegue a su edad?
¿Acaso llegaré?
No, me iré antes: cáncer de pulmón,
derrame cerebral, parada cardiaca
por ciento-tres tranquilizantes...
No compartiremos la edad ni sus estragos,
sólo nos unirá en el último momento
la misma necesidad atormentada de amor,
la misma pregunta afligida:
saber si en toda esta puta vida
alguien nos habrá querido
realmente.
(Cabezas de muñeca rusas)