(Barcelona, 27 de septiembre de 2010)
Ahora
mi mano acaricia la felicidad,
se agarra intensamente a la vida,
degusta la suavidad y la pasión
de su tacto prolongado hasta el sueño.
Mi mano ama y reclama,
explora la alegría,
acuna mi sosiego.
(Por eso el silencio no escrito:
mi mano está ocupada en la dicha,
mi mano no puede escribir. )