miércoles, 5 de diciembre de 2012

Au revoir, mon cher Regi


         Por un extraño pudor, por mi timidez lacónica, por mi voz tan débil y encogida, no te lo dije casi nunca a lo largo de los años. Aunque es cierto que sé que no necesitabas mis palabras para comprenderme, para recibir mi admiración y enorme cariño. Hoy está casi obligado expresar todo el afecto, encumbrar las alabanzas. Yo me acojo a la ráfaga de tremenda tristeza, de redención tardía para contarte también cuánto te quise, cuánto te admiré, cuánto aprendí contigo, de la vida, de la valentía, del amor a las palabras que suenan a música. Y también para decirte cuánto te agradecí aquellos luminosos instantes en los que me permitiste ser más especial y valiosa que cualquier otro en aquellas aulas del adocenamiento y el rechazo. 

    Te lo digo ahora que ya no vas a leerme, para que no me riñas por no haberme atrevido. Pero lo recordaré siempre, a menudo, de eso estoy tan segura. No volveré a decírtelo, por mi ridículo pudor, por mi mala costumbre de callarme, por una imposibilidad obvia que me duele muy adentro. Mañana pasará, pero tú sabes que no olvido. Y así estará siempre esa certeza presente cada vez que mire a un alumno y le sonría y le hable con el mismo entusiasmo con el que tú me hablabas y yo comprenda que tenías razón, que pocas cosas tan maravillosas como trabajar para formar a una mujer, a un hombre. Entonces sabremos cómo de útil fue tu enseñanza, que finalmente aprendí de ella, que qué bien hice en seguir tus pasos, no me equivocaba, no me arrepiento. Y recordaré además que hay que amar mucho mucho mucho y cantar y viajar y extasiarse en la belleza, en los buenos platos y en la sabiduría infinita. A fin de cuentas, contestarse a la pregunta de para qué sirve esto de la vida. Y siento muchísimo no habértelo contado antes, pero es cierto, tú ya lo sabías.




3 comentarios:

Carz dijo...

Sí. Es cierto. Él -seguro- también lo supo (pretérito indefinido para recalcar un tiempo concluso).

Demosle hipérbole a los muertos a los que no supimos darles -en vida- un abrazo.

Y si lo digo no es por exportar, ni aleccionar, ni por historia. Es sencillamente nuestra tragedia.

FRENTE AL MAR dijo...

Hacía mucho que no venía a leerte. Aún conservo el link de tu espacio en mi blogspot. Hace ya mucho. Felicidades -no tristezas- para ti.

Cecilia Sainte-Naïve dijo...

Gracias.