Porque era tarde, porque la noche dilatada en el insomnio había envejecido al ave mensajera. Porque el tiempo y su crueldad habían borrado los caminos. Porque el amor había fosilizado en un recuerdo antiquísimo, piedra de la locura, vergüenza que ocultar. Porque la palabra ya no era más que disfraz y engaño, arma y escudo. Por eso la carta llegó vacía.
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