lunes, 29 de diciembre de 2014

Sucederá




Será de noche. Se abrirán los mares. Lloverán pájaros muertos. Temblará la tierra yerma sacudiendo los huesos y sus recuerdos. Una voz, quizás de amor, quedará quebrada para siempre. Será la luz boreal de una luciérnaga tardía. Se apagará. La olvidarán.

Todo volverá a su quietud, a la inercia del movimiento. Allí ella, bajo el puente, última hoja oscura en la levedad silenciosa de la caída, trémula sobre el agua en calma. Y allí ella, absurda y grisácea, alejada de la belleza del estanque de Ofelia. Alguien y nadie que solamente decidió matarse. Sola. Nadie. Entonces la luz. 




Y recomenzará el poema del fin.

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