domingo, 15 de febrero de 2015

JOUMANA HADDAD



Sylvia Plath acariciando un ciervo en Ontario. 


Cenicienta

Saludo la mecha rubia de tus cabellos.
Saludo tu voz desmigajada como pan.
Saludo las semillas esparcidas de tu alma.
Tan pequeña, y luchas con los toros;
Tan frágil, y arrancas la piel de las serpientes;
Tan débil, y chupas la sangre de los monstruos;
Tan delgada, y mueves las lápidas mortuorias:
Eres guerrera descalza y sin armas,
Ningún calzado lleva a ti
Ninguna medianoche
Como un pretexto
Para que huelas tu suerte infortunada.


De Espejo de las fugaces, Ed. Vaso roto, 2007.


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