Sylvia Plath acariciando un ciervo en Ontario.
Cenicienta
Saludo la mecha rubia de tus cabellos.
Saludo tu voz desmigajada como pan.
Saludo las semillas esparcidas de tu alma.
Tan pequeña, y luchas con los toros;
Tan frágil, y arrancas la piel de las serpientes;
Tan débil, y chupas la sangre de los monstruos;
Tan delgada, y mueves las lápidas mortuorias:
Eres guerrera descalza y sin armas,
Ningún calzado lleva a ti
Ninguna medianoche
Como un pretexto
Para que huelas tu suerte infortunada.
Saludo tu voz desmigajada como pan.
Saludo las semillas esparcidas de tu alma.
Tan pequeña, y luchas con los toros;
Tan frágil, y arrancas la piel de las serpientes;
Tan débil, y chupas la sangre de los monstruos;
Tan delgada, y mueves las lápidas mortuorias:
Eres guerrera descalza y sin armas,
Ningún calzado lleva a ti
Ninguna medianoche
Como un pretexto
Para que huelas tu suerte infortunada.
De Espejo de las fugaces, Ed. Vaso roto, 2007.
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