Le reprocha Safo, la poeta "de trenzas de violeta, pura Safo de dulce sonrisa" a un Alceo enmudecido, sonrojado frente a ella:
"Si tus intenciones fueran nobles, no tendrías vergüenza en decir la verdad."
Late, late, late, pequeñísimo corazón de un pájaro al borde de su rama precipicio.
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