miércoles, 27 de enero de 2016

Escribir para qué. Escribir para quién



En el final no hay ninguna palabra memorable. Es un sonido seco. Puede que una simple onomatopeya. Algo muy natural. Muy animal. Un gimoteo. Un ronroneo. Un rugido apagado. Un llanto suave de niña que no sabe hacer ruido.



No me aceptan en ese mundo deslumbrante de la palabra elevada. No escribo como gusta. No gimo como debería.

Por eso adiós. Por eso pum, ouch, crack.





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