jueves, 3 de marzo de 2016

Lucía


Estabas en nosotros mucho antes de saber
que existirías.
Clara y fulgurante 
incluso antes de conocer
tu nombre. 
Debías nacer, porque la luz que germina
en el corazón de la naturaleza
es imparable.
Nada había de detenerte.
Gotas de agua limpia para saciar la sed
del incendio.
Alegre pajarillo iniciándonos en el canto
verdadero.
Estabas ya acunándote en nuestro pecho 

antes de saber que existirías.
Nada había de detenerte.
Como tallo eclosionando en el aire,
tenías que llegar para enseñarnos,
luminosa Lucía,
que la vida es más fuerte y deslumbrante
donde se siembra la bondad y su belleza.



 * Acabo de conocer tu nombre, Lucía. 




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