sábado, 18 de junio de 2016


Un pájaro coge aliento en su último vuelo.
Le fallan las alas.
Cae en un balcón cerrado. Allí no vive nadie. Quien vivía ha muerto, sola.
No hay quien pueda recogerlo, curarlo. Tampoco tiene cura.
Es el final del animal.
Suspira en un último trino.
Débil, trémulo, apagado.
Suspira.
Acepta.
Se va.



2 comentarios:

Carz dijo...

Yo prefiero construir semánticas que afronten los filos del delirio

Cecilia Sainte-Naïve dijo...

En realidad el solo acto de escribir, de publicar la voz más íntima, es mostrar esas construcciones, ése lugar afilado y metálico donde resistimos.