lunes, 20 de agosto de 2007

Despedida, corto y cierre


Sin complicarme con más redacciones, voy a transcribir mi último mail, para aquellos a los que no pude añadir a destino.



La carta de despedida ha sido fría, seca, concisa, inconcreta. Pero ya me han advertido, no es una carta. Ah, bueno, al menos pongamos la ciudad con su fecha a modo de encabezamiento, también los comunicados lo añaden, ¿no es cierto? Entonces reanudo: el comunicado ha sido frío, seco, conciso, inconcreto. Sobre todo inconcreto, porque mi firma no ha ajusticiado el año que he pasado mientras estuve bajo el amparo salarial de esa empresa.Por "motivos exclusivamente personales", no puede apuntarse un desasosiego muy hondo ni una baja por depresión nunca tomada, ni un pánico injustificado a la palabra indefinida, fija, estancada, perpetua. No pude decirles que quisiera poder ser una cronopia paseando una flor los sábados al atardecer, y que me es incompatible con los horarios establecidos. Tampoco que echo tanto de menos el regazo de mis padres, las pastillas bien prescritas, el reloj guardado en un cajón, ni decirles que añoro la tristeza y el cansancio mirando por la ventana de un autobús en línea Campus. Inconcreto porque no me voy a poner a explicar por qué vine aquí, por qué seguí, por qué, algo rendida y concienciada, me marcho. Y aclararles, ya de paso, que quiero y a la vez no quiero irme, porque qué va a hacer este hombre mío sin alguien que le alborote la vida y a mí, quién va a organizarme los papeles, el ánimo, la fuerza para el día después. Estas cosas no pueden transmitirse en un comunicado de empresa. Y digo que son motivos exclusivamente personales porque son muy pocos (y esta gente no se encuentra entre ellos) los que pueden entenderme, los que aceptan el adiós por adelantado, aunque una no valga más que un finiquito. Y nada que añadir, una firmita y ya vendrá otra a ocupar tu lugar. Porque no somos insustituibles, aunque no haga falta trabajar para aprenderlo.

Y eso era lo que quería anunciaros, que me marcho de Madrid, con algo de pena y mucho de miedo, a retomar la vida que dejé a medias, a reconciliarme con la vida de la que renegué, un poquito más sola, pero con todo el tiempo del mundo para pasearme con una flor en la mano los sábados al atardecer.


Iba a convocaros a algunos en una fiesta de despedida, pero ya sabemos que estos eventos casi nunca cumplen sus expectativas. Y qué pena porque he vuelto a beber con ganas :p. Pero espero volver a encontraros.
Mientras tanto, cuidáos mucho y no desaparezcáis sin habérmelo notificado antes, con fecha y lugar, y nada de aducir "motivos exclusivamente personales".


Un abrazo muy muy fuerte,

Cecilia


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un abrazo desde la distancia.
Suerte en tu nuevo habitat y que le den por culo a la empresa donde curraste.
Qué recobres la inspiración y la felicidad. !Seguro!
Sigo siendo fiel a tu blog
Un beso virtual

Cecilia Sainte-Naïve dijo...

Gracias,

un abrazo muy fuerte.