Quizá porque la fiebre ha derretido mis murallas heladas
hoy sólo quiero imaginar cosas hermosas,
a la pequeña lechuza de ojos oceánicos
montada desnuda sobre un caballito de colores
mientras una mano invisible y madura le arregla la maraña
de su horrible pelo carbón y le tararea viejas canciones de cuna.
La pradera es extensa, pero nadie tiene prisa por alcanzar
el horizonte,(con cabalgar le es suficiente).
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