viernes, 3 de febrero de 2012
MARÍA ELVIRA LACACI
LA PALABRA
Yo te quiero sencilla. Acaso pobre.
A veces,
vas a brotarme de organdí vestida (sin querer
me florece el lenguaje de otros seres).
Con amor te desnudo.
Quedas como mi carne.
Como mi corazón y sus latidos.
A menudo,
igual que los pequeños
ante una tienda de juguetería,
pego la cara
a las brillantes lunas
donde se venden las palabras bellas.
Las admiro.
A otros les sientan bien. Si me las colocara...
Las aparto al momento
porque a mí no me sientan.
Y de nuevo voy cogiendo brazados de palabras
entre la hierba fresca
y bajo el cielo.
(De Al este de la ciudad, 1963)
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A la sombra de otra voz
6 comentarios:
La verdad es que no sé si tienes talento o perseverancia. O mera suerte. Pero, de vez en cuando, me das pistas para seguir leyendo.
Talento, mucho talento para descubrir. De lo demás, nada.
Pues brindo por todo lo que no sea nada.
Ah, me prefieres en la derrota... Bueno, ahí me desenvuelvo. Acepto una copa yo también. Gracias.
¿Quién limita el brindis a una copa?
¿Quién limita la derrota a una batalla?
¿Quién pretende saber de lo que no ha sucedido?
Ah, sí, los profetas, los muertos en combate, los que no tienen crédito (ni amigos) en los bares.
Pero hablemos de otros seres, de la ballenas varadas en el aire que ensombrecen los caminos.
PS.- Me gusta la china, pero prefiero a Glenn Gould, aunque sólo sea por su locura.
https://www.youtube.com/watch?v=GokEz4bbZP4&t=38s
Las meras suposiciones, las erróneas deducciones de los juegos arrogantes de mirar al otro sin preguntar.
Solo una copa el brindis. Ya entenderás por qué.
Ps. Pues claro que yo también prefiero a Glenn tarareando mientras toca con la pasión de los que conocen el fuego. Pero por desgracia para él no tengo una butaca reservada.
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