viernes, 29 de marzo de 2013

La noche en que fui rusa



Ni la altura ni la tersura de una piel translúcida, ni la cabeza dorada ni el porte espartano, ni siquiera la resistencia al frío boreal, nada a ti me asemeja, salvo que ambas, una noche de verano, arrojamos nuestro corazón al Neva, nos condenamos a un eterno exilio de la tierra y del cielo.





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