domingo, 29 de abril de 2007

Al gato con botas raídas


Decía T.S. Elliot que abril es el mes más cruel, crecen las lilas y los desasosiegos, sin embargo he aprendido que un poema es lo que menos importa en esta vida.


Entiendo que ahora mismo soy la última persona a la que darías una respuesta, pero si supieras cuántas veces al día pienso en ti, qué extraña humedad me baña y me confunde, frenándome a la vez que incitándome a elaborar cualquier formato de reclamo. Una voz para gritarte, para susurrarte, para animarte, para espantar a las fieras. Sólo si supieras, si nada más pudieras saberlo.


Con los resquicios de deseo de aquella enamorada que fui de tu figura, en su tribuna de narrador de cuentos incandescentes:

Que en aquel lugar en el que te escondes, no estés sufriendo demasiado.





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