Agudos y graves, sin embargo nadie canta para mí. sí, alguien por aquí desafina poniendo todo su amor en la boca, pero no me es suficiente, busco más atrás, en sonatinas de recuerdo. Pero no existen, nadie canta para mí. Los días se conforman sin tocarme.
De qué me sirvió, entonces, la vida.
Y canto, y canto, arañando las cuerdas de la locura, sintiéndome una heroína que sólo busca un emplazamiento memorable para su muerte. No puedo herirme en cualquier lecho.
Y canto, y canto, enajenada por un último deseo de retiro dormido. Cercándole el camino a mi Orfeo (siempre habrá un tonto valiente que insista en devolvernos a la vida), porque no quiero que llores, que te consumas, que te quemes. Porque soy yo la que arruina la empresa, el humano y corriente motivo de querernos vivos, porque busco atrás, más atrás de ti y todo motivo de permanencia se quema en un fuego del que no quiero salir viva.
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