sábado, 21 de abril de 2007
ANTONIO GAMONEDA
Fluías en la oscuridad; era más suave que existir.
Ahora, cuando una lágrima demasiado viva podría
herir tu rostro,
vas cautelosa hacia ti misma.
(De Cecilia)
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A la sombra de otra voz
Late, late, late, pequeñísimo corazón de un pájaro al borde de su rama precipicio.
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