viernes, 4 de mayo de 2007

"Calles de Madrid"



No he podido resistirme a preguntarle a la chica del bolso verde bordado, de espejitos, tan llamativo y bonito como para atraer únicamente él la atención, no ya dónde lo compró, curiosidad rutinaria en mi trabajo (sólo nos importa la fachada, la apariencia, lo fastuoso y rabiosamente banal), sino si era ella realmente quién creía. Pero siempre fallo en el mismo punto, no sé formular las preguntas. "¿Has salido en alguna película? Bueno, mi hermana Lucía es actriz, mer habrás confundido con ella."
Sí, y conocida, pero no me refiero a ella, aunque ahora me has revelado otra noticia, otro enlace y "sois tan parecidas", pero no, no me refería a ella, sino a ti. Nada más una película, género indefinido, porque me tiembla la lengua sólo de apoyar el nombre clave.


Ella también ha conocido mi torpeza profesional, le traje una talla equivocada, aunque estaba tan nerviosa que ni reparé en cuál era. Mañana, quizá, venga a buscar el vestido que todavía no había, que me encargué de dejarle apartado. Pensé en anotarle en la hoja de reserva el título que la conviertiera en protagonista, ese nombre clave que no me atrevo a pronunciar, porque me duele, porque él me defraudó, porque si fuera tan majo como lo es esta chica, aún seguiríamos siendo extraños amigos, suavizaría también mis errores. Sin embargo hay una parte que no comprendo, que estoy interpretando a mi manera, por eso mejor que adopte la rutina y lo pase. Ella saldrá con su bolsa pensando que soy una chica más, una más que la confundió con su conocida hermana, que sólo atiende a errores de talla, de falta de género en su no cualificada jornada completa, que nada en el mundo puede relacionarnos, ninguna melodía, ninguna película, menos aquel tipo que le escribió su texto, que abortó el mío, si acaso un gusto común en elegir vestidos, y ese bonito bolso verde con cristales.



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