domingo, 8 de marzo de 2009

La vida que no tengo (III)


Hay días como éste, más prosaicos, más sencillos.
Nada sucede, sólo atiendo a la casa silenciosa,
al teléfono inerte, al buzón vacío.
Me observo a ratos en la esquina del espejo
una arruga incipiente, unos pechos caducos.
(No eres tan espantosa, no entiendo por qué a ti no te llega)
Nada, no sucede nada, pero de repente algo, lo indecible, lo innombrable
desciende con su peso por una rampa ardiente
boca, esófago, tráquea, intestinos.
Son días corrientes, cotidianos, un llanto rápido, la ola,
el vuelco, el naufragio
y luego la calma, la espuma.



2 comentarios:

Carz dijo...

Recolectora de cerezas y de espuma. Superviviente de besos, vuelcos y naufragios.

Un abrazo, Cecilia.

Cecilia Sainte-Naïve dijo...

(sobra todo mi texto)
Un abrazo muy fuerte, carz