miércoles, 12 de agosto de 2009

La quietud



Me he secado. No siento
(¿Luego no existo?).
Deslizo un lápiz romo
entre mis pechos,
como sexo que ya no sabe
complacerme.
Nada, no sucede nada.

En la infertilidad
está mi salvación.
Qué paradójico fenómeno
de reconciliación con la vida.

3 comentarios:

Carz dijo...

Y huyen por la escondida senda todos los cobardes que del mundo han sido.

Cecilia, si no es lo que quieres no lo hagas, ni rendirte, como decía el capitán fascista en Los girasoles ciegos: "no soy un desertor, soy un rendido" auqnue al día siguiente ganara su bando la guerra. Por eso se rindió, porque hay guerras que merecen ser perdidas.

Pero no por derrotado, sino por asco.

Stalker dijo...

He llegado aquí por azar, creo que tu poema tiene mucha fuerza...

Curiosas resonancias que nos llevan de un lado a otro en la red.

Abrazos

Santy dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.