Sus tildes, correctamente colocadas, la enamoraron.
Hicieron el amor -todo el día, toda la noche- susurrándose reglas, etimologías y gramáticas degenerativas.
Gimieron onomatopeyas y el acento tónico estalló en el cielo.
Abrazados, escribieron en sus cuerpos sin faltas de ortografía, marcando la tristeza de un punto final.
Se despidieron, para siempre, sabiendo que, a partir de ahora, sólo volverían al sexo analfabeto, a la desolación de las haches perdidas.
Ella no logra olvidarlo y, al consultar el diccionario,
recuerda el placentero amor y se hecha a llorar.
P.s. Basado en una historia muy real...
7 comentarios:
Llevo dos días entrando en la entrada,(creo que se ha producido una paradoja temporal real). Bueno dejémonos de viajes en el tiempo por ahora...
Estos recuerdos ortográficos son excelente complemento para masturbaciones...
Es que si no te lo digo reviento, además pulcros y sin faltas de acentuación.
bonito
Me gusta mucho Cecilia, sobre todo la parte "así se despidieron para siempre... sexo analfabeto, la desolación de las haches perdidas".
M
Muy chulo Cecilia!!
¿Qué puede decir un disortográfico acerca de un poema?
Hermoso, de verdad. ¿Pero qué hay de los que sufrimos de afasia?
Precioso!!
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