miércoles, 20 de noviembre de 2013
El último dia de mi juventud
No cumplí ni un punto de la lista,
no me eché a correr de cara al humo
y al frío.
No abracé a los árboles con la locura
de la risa.
Me quedé sentada en la misma silla
de toda mi juventud
y esperé con los ojos cerrados
algo, lo de siempre,
una nueva aparición de luz.
***
La mentira gramatical y espiritual del pretérito indefinido.
categoría
Verso - voz
2 comentarios:
y a veces esperar es lo que nos toca en la vida... hay tiempo para todo... besos!
Hay esperas nocivas, inactividades y pasividades que matan. Creo que sólo cuando hay movimiento hay auténtica vida. Pero bueno, quizás al final del acto aparezca algo para premiar esa quietud y su paciencia. Un beso grande, cantora. Y gracias por tu mensaje.
Publicar un comentario