Anoche me hablaron íntimamente de mi dolor transparente,
de mi palabra tan dura, tan cáustica, tan voraz:
"Tienes que cuidar a quien le muestras tu desnudo".
A ti que me lees, pudoroso y ofendido, te pido perdón.
Late, late, late, pequeñísimo corazón de un pájaro al borde de su rama precipicio.
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