Cogeré flores. Formaré con ellas un ramo, lo tomaré en la mano y lo ofreceré...¡Oh! ¿A quién? Hay un obstáculo en el fluir de mi vida. Una profunda corriente tropieza con algo. Y este algo se estremece. Tira. Un nudo en el centro opone resistencia. Es dolor, es angustia. Me debilito, cedo. Mi cuerpo se reblandece. Quedo abierta, quedo incandescente. Ahora la corriente se desborda con una profunda marea fertilizante que abre lo antes cerrado, forzando lo antes prietamente plegado, y fluye sin limitación. ¿A quién daré cuanto ahora me recorre, cuanto nace y fluye de mi cuerpo cálido y poroso? Recogeré las flores y las ofreceré...¡Oh!¿A quién?
(Virginia Woolf, Las olas)