sábado, 10 de enero de 2009

La muñeca de Kokoschka




El deseo justifica mi locura.
Deformo irrealidades
para saciar tanta hambre de ti,
cuando sé que mi fin llegó
sobre el cuerpo de otro.

No puedo dejar de ensayar
nuevas humillaciones,
subyugado y engañado
por la insipidez de una boca
de tela y algodón, muñeca cruel,
mi amada silenciosa,
si esta burda metonimia
fueras tú.

Alma, sólo una vez más tu pecho,
me mata esta obsesión
por lo que no retorna.
Yo no puedo abrazarme al viento,
ni acuchillar la violencia de sus ráfagas.
Una vez más, alma mía,
sólo una vez tu pecho
y al menos mi fin sobre tu cuerpo,
la realidad de tu sangre.


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