sábado, 16 de mayo de 2009

Alborada de domingo



(13 de abril)

Mi collar rojo coralino cayó a la tierra, no logré encontrarlo. Se tragó todo cuanto poseo,
la concesión del gesto al cabalgar por no ahorcarlo en el delirio. Todavía palpita, me susurró a las manos que lo buscaban entre malezas, más allá de otros temblores.
Había desdoblado mi cuerpo en silencios y gemidos. El pelo coronado con hojas, la boca de violencia, arañadas las rodillas. Me entregué al frío y a las piedras, a una ebriedad inconsciente por la que, en una milésima de segundo, llegué a desear un día eterno abandonada en su río.



1 comentario:

AnadelasTejasrojas dijo...

Todavía palpita, me susurró a las manos que lo buscaban entre malezas, más allá de otros temblores.