(13 de abril)
Mi collar rojo coralino cayó a la tierra, no logré encontrarlo. Se tragó todo cuanto poseo,
la concesión del gesto al cabalgar por no ahorcarlo en el delirio. Todavía palpita, me susurró a las manos que lo buscaban entre malezas, más allá de otros temblores.
Había desdoblado mi cuerpo en silencios y gemidos. El pelo coronado con hojas, la boca de violencia, arañadas las rodillas. Me entregué al frío y a las piedras, a una ebriedad inconsciente por la que, en una milésima de segundo, llegué a desear un día eterno abandonada en su río.
Había desdoblado mi cuerpo en silencios y gemidos. El pelo coronado con hojas, la boca de violencia, arañadas las rodillas. Me entregué al frío y a las piedras, a una ebriedad inconsciente por la que, en una milésima de segundo, llegué a desear un día eterno abandonada en su río.
1 comentario:
Todavía palpita, me susurró a las manos que lo buscaban entre malezas, más allá de otros temblores.
Publicar un comentario