Morirán como mis peces
de infancia,
uno cada vez que vuelva
a casa.
No sabré si por torpeza,
ley de vida o incompatibilidad
con la existencia.
Mi regazo como una pecera
que no puede contener
tantas ansias de mar.
Late, late, late, pequeñísimo corazón de un pájaro al borde de su rama precipicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario