(a J.)
Me arrojo por el tobogán de tu nombre,
desnuda y extasiada,
una y otra vez me recreo en el vértigo
al que desafío.
Lanzadera de la tierra a un universo
inabarcable
lleno de burbujas de fuego
que se confunden con astros,
de mares helados que se deshielan
bajo mi vuelo.
Navego ingrávida, nada me pesa,
nada me asusta, no temo todavía
la caída.
1 comentario:
Que bello, Dios mío, tu has visto como escribes...
No temas nunca la caída... ya tendrás tiempo de lamerte las heridas.
Un pareado, jajajaja
Besos
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