domingo, 18 de febrero de 2007

LIDIA BRAVO


QUEDARSE EN LOS TRECE


A los trece se sospecha que la vida de verdad
ha de estar en otra parte,
lejos de la habitación cubierta de pósters de famosos,
de las revistas donde las modelos lucen sus largas piernas
bajo el hipnótico sol de Arizona,
de la hora de la comida y de la cena,
lejos de las fiestas de cumpleaños.
Las niñas lloran en silencio mientras hacen los deberes
y, desde la pared, un graderío de muñecas
emite su sentencia de culpables.
A los trece se sospecha que es necesario huir
y se somete sin embargo cada nueva mañana
al repulsivo deber de ser cobardes.
En el cuarto de baño cerrado con pestillo
las niñas interpretan con maestría
al hombre que desde el futuro se les acerca
y las besa por primera vez con la lengua.
A los trece se viaja por el túnel del tiempo
con billete de ida y vuelta
sellados en los espejos
por la huella de unos labios pintados de rojo.
No siempre seré así,
es la oración que rezan las niñas
justo antes de dormirse,
cuando a la cama acude un amante incorpóreo
que se adueña de sus dedos.
Con sus caricias,
las torpes niñas que recitan de memoria
como un estúpido mantra todos sus complejos
se saben de repente delicadas como Grace Kelly,
fascinantes como Lauren Bacall,
ninfas como Audrey Hepburn.
Entre las sábanas se elevan, fugitivas del presente,
las niñas de trece años convertidas en diosas.
Su dominio del propio placer
les concede un poder sobrehumano
que les permitiría,
si así lo decidieran,
saltarse cinco años de vida en una sola noche.
Ignorado será por siempre su sacrificio
si no escapan de sus trece.
Y sin embargo se quedan.
Vestidas con ropas cinco tallas por debajo
de la estatura de su deseo,
caminan de puntillas
mientras se dividen en dos como las mujeres.

Soportan, lánguidas estatuas,
todos los desprecios y las burlas,
y, sin confiar a nadie su secreto,
esperan pacientes, silenciosas,
apostadas en las ventanas
de los días eternos donde nada sucede,
vírgenes entregadas al imposible anhelo
de ver acercarse allá a lo lejos el futuro.


( De Perder la muerte)



No hay comentarios: