sábado, 31 de marzo de 2007

31/1/07


Hace tiempo escribí un libro,
pero no quisieron editármelo,
debieron gastar demasiados folios
en limpiar mosquitos estampados.

Una vez tuve un hijo
(lo sentí durante tres meses
en mi temor sin sangre),
pero el predictor se negó
a reconocerlo.

En cierta ocasión intenté plantar un árbol,
pero no encontré un centímetro cuadrado
de tierra fértil que no fuera a ser recalificado
en toda esta enfermiza y abarrotada ciudad.


En definitiva, poco importa la vida
y sus bellas acciones. Bien podría estar muerta
porque todo cuanto esperaron de mí
lo expuse sobre un velo de sedosísima torpeza
que después de tantos diluvios calándome
hasta los huesos, ha terminado embebiéndonos a todos:
a mi libro, a mi semilla abortada y a este pequeñito
que heredó la sutil malicia de unos ojos avellana.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran poema. Gran blog. Un saludo.

Anónimo dijo...

mira què belleza de poema.



un besazo mi Ceci.

Cecilia Sainte-Naïve dijo...

Gracias, sois todos muy amables y condescendientes con estos versos.

besos