Aquellas nanas que me mecían en tu vientre, que a ambas nos traspasaban la piel en el mismo segundo, hoy todavía me conmueven. Cuánto daría por escucharlas de tus labios, aunque te siguiera faltando entonación y tarareases canciones de tragedias con una peculiar sonrisa. Nadie como tú, mamá. Ningún tiempo como aquél en que fui más que nunca tu pequeña llorica.
Victor Jara, Te recuerdo Amanda
3 comentarios:
Tienes toda la razón.
Allí en su vientre: deforme, inocente y engullida en su líquido amniótico; seguramente fuiste muy feliz oyendo esas nanas tan bellas.
Creo que también dormiste suavemente al compás de: "Duerme, duerme negrito, que tu mama está en el campo, trabajando duramente, trabajando sí . Trabajando y no le pagan, trabajando sí..."
***
Que sigas siendo feliz fuera del líquido amniótico.
Tu anónimo pesado.
Perdona mi pesadez. pero te confieso que me gusta tu blog y cómo escribes.
No interpretes malicia alguna en mis comentarios, no es mi fin.
Saludos
A veces sus comentarios son más poesia que la poesía misma. Si usted (me) faltara, la sombra del cerezo se sentiría más fría.
Haga usted su voluntad, tiene toda mi gratitud, mi admiriación y mi permiso.
Que hermosa canción...
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