Lucía se ha matado.
Quiso conservar un mundo en una caja 26x37. Pero se derramó la arena y su refugio en primera línea no resistió el nuevo embate. Se hizo de noche, leyó a Alfonsina. Encendió el ordenador, ni una sola palabra. Comprendió de pronto. Fue la noche, fue la noche.
Lucía se bañó desnuda una soleada pero fría mañana de noviembre. Dejó una nota cosida a su ropa abandonada: "Ya no me arroparás, nunca".
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