martes, 27 de noviembre de 2007

Me decía bichíto mío, como a alejandra, bichito, bichito, no te dejaré morir



La noche en el fondo del vaso.
Tú no estabas en ninguna parte,
era fácil escaparme.
Deshice el gesto, me retracté
de mis palabras, nunca más, juré,
todo pendía de mis manos.

Por la superficie de aluminio,
entre cáscaras y ceniza mal arrojada,
paseaba una hormiga extraviada.
Mi dignidad en el fondo del vaso.
Aplasté a la hormiga a conciencia
y lloré al verla morir.



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