lunes, 22 de septiembre de 2008

La cuarta vida de Cecilia


Anoche volví de Madrid, (de)molida y araña-da, tejiendo y enmarañando, aprendiendo la lección de los que no se atreven. Pero me gusta temblar cuando veo que el universo gravita y se precipita, dispuesto a estrellarse sobre mi historia. Hablemos de cosmología ahora que certifico que perdí la magia en cada llanto, que se fue diluyendo hasta no ser más que agua al aroma de la indiferencia. Todo me da tan igual que ni siquiera me voy a molestar en celebrar que al fin sí, por fin, sin ni siquiera llegar a rozarme, me estremecí y deseé.

Porque que en los temores e incapacidades esenciales sigo siendo la misma: http://bohemika.blogcindario.com/2005/12/00582-deberia-levantarme-y-pedirte-que-posaras-para-mi.html.


Y no me atrevo, no me atrevo.


2 comentarios:

Carz dijo...

Hay casos en los que no atreverse no tiene importancia. En otros, en cambio, forman un poso de metal pesado que permanece en nuestra conciencia dañándola.

Todo te dará igual hasta que no te dé lo mismo, ya lo verás.

Siempre tendremos miedo, pero nuestros temores serán distintos.

Un beso, Cocò

Cecilia Sainte-Naïve dijo...

Sólo el temor de q sea un poco tarde.

Muchas gracias, carz, muchas gracias.

un abrazo