Mi sensibilidad extraordinaria me permite oírte desde aquí (cabeza contra almohada). Tom, tom, tom, siento tus golpes sobre la tapa. (Sí, te han enterrado algo pronto, todavía eras hermosa y sentenciabas con lucidez). Recostada junto a los huesos de un amor al que ya no reconoces, yo te oigo y comprendo que ése no es tu sitio. Sí, escucho tu reclamo, aún te quedaban años para acabar de envejecer, pero yo no puedo ir a rescatarte mientras tenga a todos en mi contra. No me creían cuando buscaba tu aliento en un espejo, no me creían cuando buscaba algún mágico indicio que te descubriera viva. Pom, pom, pom, pero yo no puedo derribar el yeso de tu alcoba. Cecilia, cecilia, me llamas con voz lánguida y envejecida, ¿quién me va a arreglar el pelo en el mundo de los muertos?
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