(4 de junio de 2008)
Suenan en la radio los valses de Chopin,
mis dedos bailan la inercia sobre mis muslos.
En el cielo una nube tiene forma de oveja, otra
de caracol, también un oso polar y una manzana.
Mi vestido negro salpicado con esas nubes de Magritte
me modela una silueta de diva italiana años cincuenta.
Todo sería tan maravilloso en este viaje en coche
de una soleada mañana de miércoles,
tan maravillosa conjunción de paisajes
si el camino no me llevara hasta tu entierro.
2 comentarios:
Cada entierro tiene su camino
necesario, quizás,
pero cuándo éste es bello,
nuestra alma no sabe
ni que pensar
y, desorientada
vaga perdida por los cielos
creando formas asombrosas
Pues siéntate bajo su cruz y hazte la loca...es lo más sensato.
saludos
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