lunes, 28 de abril de 2008

Desnudez (II)


Desnuda enfrente de ti,
haciéndote señales
-porque hablar es el signo de los valientes
y de los receptores idiotas que no saben
interpretar en las manos
lo que los labios desean-
no hablaba.
Era un triste y estúpido mimo
con una ridícula flor amarilla
entre los pechos.
Y no te inmutabas,
aunque sabías que era alérgica
a las flores.




4 comentarios:

Carz dijo...

La ridiculez radica en la incapacidad de ver más allá de lo que se muestra.

Una flor en un pecho enamorado es incompatible con lo ridículo.

Vanlat dijo...

Hay días que entro, después de estar unos cuantos sin pasar y te leo y me gustan tus versos y me descubro pensando si tanta afinidad (de mi pa tú) no tiene algo de extrañeza...

Cada día escribes mejor.
Besooo

Cecilia Sainte-Naïve dijo...

quizá él hace como si no hubiera visto lo que realmente ha visto. disimula por respeto, por pudor, por cobardía. ¿por qué no la toma? ¿no es idota también esa actitud?

muchas gracias vanlat, es bonito saber que una no habla sólo para ella.

besos

samsa777 dijo...

Fantásticos los dos poemas... algo tienen de catuliano...