domingo, 26 de abril de 2009

El escondite de Judini



Por azar, tal y como nosotros disfrutábamos de los encuentros, así llegué esta tarde a las 16.40 hasta la calle y el número exacto que años atrás busqué inútilmente en su ciudad inabarcable. No recordaba que hubo una vez en que, sin ningún éxito, salí a su encuentro para sacarlo de su guarida de escapismo, ni recordaba que me hubiera dolido tanto aquella maniobra silenciosa. Tampoco me acordaba ya de la angustia mortal con la que me inicié en la química enmudecedora o que toda mi ilusión de niñadulta se deshizo como polvo del desierto entre sus manos. Y fíjate, que tanto tiempo después he mirado a su balcón, pero ya sin querer encontrarle.




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